Mi amigo Nicolás

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MI amigo Nicolás

El nombre Nicolás siempre me ha encantado, de hecho, seguro no es coincidencia de que mi primer amor platónico se llamara así. Es un nombre que tiene forma curva, orgánica con buen ritmo y entonación. Me suena a chocolate con pan de yuca y chimenea, a picardía e ingenio, a aventura polifacética, a elegancia y familiaridad y a un poquito de misterio. Me suena tan arrunchable por la O y bien intachable por la tilde. Me suena a muchas cosas y ninguna es negativa. Tal vez por eso es que en mis épocas cuando consideré tener hijos, siempre pensé que de ser niño se llamaría Nicolás.

Pero no hay que ir tan lejos, no hace falta apelar a mi maternidad para que querer a un Nicolás. Yo he querido a más de uno, pero nunca tanto como a mi gran amigo Nicolás. De chiquita me lo tope en plan veraniego y piscinero y rápidamente su picardía inocente y mi gusto por todas las cosas de niños me enredaron cautiva entre un vínculo que nunca imaginé con los años se tornaría en amor, amistad, favoritismo e incondicionalidad. Hoy, más de veinte años después del primer codazo, la historia carga con un picnic dulce y amargo de una muy buena fortuna.

Pues bien, no hay manera de describir con exactitud cada momento o ritual en donde la vida me ha dejado saborear de él y de los suyos, pero si puedo contar las deudas que tengo por la suerte de que este primo se volviera tan gran amigo.

Con Nicolás he vivido todo el espectro de las emociones desde el más ciego enamoramiento hasta la más racional de las enemistades. Desde la admiración y la fascinación más romántica hasta la desilusión y la frustración más visceral. Me ha conmovido con la más inmensa ternura y me ha despertado con la verdad una y otra vez. Así es, lo mejor que me ha dejado mi amigo Nicolás es la posibilidad de sentir TODOS los sentimientos por una persona y aun así seguir queriéndola con una incondicionalidad imposible de derretir.

Le debo eso y muchísimo más porque me ha enseñado desde cada uno de los distintísimos lugares del corazón lo que es un buen amigo, lo que es un mal amigo, lo que es un amigo que se equivoca, lo que significa perderlo y lo que es recuperarlo. En ultimas sólo con él he descubierto la cruda realidad de una amistad con una persona de verdad, que ofrece lo justo y lo injusto a la vez, que llora y ríe, que acerca y aleja, una persona que igual que yo, sólo quiere que la entiendan y que no le renuncien.  

Con él he utilizado todas las palabras, las grandes, las chiquitas, las largas y las cortas, las dulces y las amargas, las groseras y las elegantes, las chistosas y las inadecuadas, las crueles y las tiernas. De hecho, me ha obligado a conocer tantas palabras nuevas para describir lo indescriptible, que también me toca agradecerle tener un vocabulario más robusto y plástico. Nicolás es tan magnético que ha sacado lo mejor de mí aun cuando he tenido ganas de ahorcarlo. He querido como diría mi amiga Celia Cruz amarrarlo a un cometa y luego soltar el hilo. Pero algo hicieron bien esos papas maravillosos que tuvo, porque es imposible no quererlo aun en esos momentos de voluntades de vuelos al infinito. Me imagino le dejaron un poquito de magia para que los que lo queremos nunca lo pudiéramos abandonar. Desde allá lo protegen y lo cuidan, evidentemente, y podría apostar que no soy sólo yo quien está ligada tan profundamente a él. El universo se confabula siempre para tenerlo acompañado, nunca perdido mientras busca su destino en medio de una cotidianidad un poquito coja pero siempre prometedora. Su energía de sobreviviente le ha dejado un humor muy negro, muy ingenioso y un buen estribo para defenderse de lo sobrecogedor.  

Siempre pensé que este Nicolás era mi debilidad, pero hoy me doy cuenta que realmente lo que me dejado es una habilidad y la más elegante de todas; a no tener rencores, a saber, siempre perdonar y a querer sin otra condición más que la verdad.  

A este valiente que me ayuda a sobrevivir cuando el agua me llega a la cabeza le debo lo mejor que tengo en mi y que nadie conoce bien; un corazón empático. Aprendí por él y con él a sentirlo todo y más que nada a entenderlo todo, sin dejarlo todo.

Ahora porfín nos llegaron los días a los que nos referíamos cuando decíamos: “cuando seamos grandes...” Ya estamos aquí, cada cual, en su esquina, con pasado individual y compartido, con sueños y rumbos distintos, con aprendizajes simultáneos y habiendo sobrevivido hasta hoy las cartas que nos mandó la vida a cada uno y aunque cada cual ha vivido todo con su estilo, en su momento y como mejor ha podido, nos une la ilusión de continuar haciendo las cosas bien sin perdernos entre otros, pero compartiendo el futuro con otros. Cada cual avanza a su manera en áreas diferentes, tomando ventaja en unas o en otras, pero caminando con intensión y disfrutando generosos de los triunfos y las conquistas del otro.  

Solo sé que le espera una vida más justa, llenisisisisisma de amor y de compañía. Él siempre será a su manera un gran hijo, un gran nieto, un gran primo, un gran amigo, y para una mujer afortunada e inteligente será un gran esposo y gran papá.

Entonces querido amigo, con usted claramente la vida siempre tendrá más encanto, será un reto más interesante, ya a sus 35 me ha agrandado mi corazón más veces de las que sabe. Espero que sus ángeles lo conserven sano, cuerdo, activo, bien rodeado y sobretodo muy enamorado y queriendo correr el riesgo. Los años no vienen solos y hoy lo admiro y lo quiero más que ese día de patáneo piscinero que sin saber sería el comienzo de una amistad que salvaría mi vida una y otra vez. ¡Gracias!

Que los cumpla muy feliz y que sean al menos otros 35 años más descubriendo más palabras llenas de sentimiento. ¡Lo quiero mucho!