¿Quién dijo chispa que lo incendio todo nuevamente?, ¡alguien dijo! porque yo sentí el golpe de las llamas mientras de jueves pasaba a viernes. Pues sí, después de mis miedos de jueves, llegó con chispa un viernes y con furia un sábado y mi vida, mis rutinas, mi realidad una vez más se cubrieron de humo por ese desbalance abominable de mi mente, que jamás me dará tregua. Para no mariposear y salpicarlo todo de amargura con detalles de pólvoras explosivas más bien cuento hasta tres y cuento mi cuento.
¿Qué si me siento sola? ¿qué si lo estoy? ¿qué si alguien me protege? ¿qué si se hará justicia? ¿qué si no? ¿qué si odios? ¿qué si “venganzas”? ¿qué si botarlo toda la borda? ¿qué si exagero? ¿qué si mañana?, ¿qué si me muero?, y así mi chispita mariposa se prendió, por una frustración, por un pleito de marcas, con un arrebato a lo que más me duele, mi LEGADO y la rabia por lo imposible que es hacer valer el valor de lo correcto.
Cada segundo que paso sumergida entre dos bandos, mi cuerpo sin darse cuenta se apalea, cada minuto un poquito más, mi mente me hace odiarme, me obliga a doblegarme, a renunciar y entre lo sola y bien acompañada, mi vida se trasforma en un juego de pólvora esperando a cuenta gotas ese momento en el que estallará. Porque ya es muy tarde, sin duda estallará, no es una cosa de cómo, sino de cuando.
Ya he contado antes, pero desde la barrera del tiempo, historias de mis mareos mentales. Pero hoy, escribo con lo reciente de un par de días, con la mente nublada y nublándose por medicamentos que buscaban protegerme. Hoy es más difícil, porque no me acuerdo, porque ya no siento, porque estoy de regreso y porque no tengo miedo sino resignación.
Igual que con un incendio, la más mínima chispa se prende y crece y crece y crece, mientras yo lloro y lloro y lloro, y a su paso mi mamá que se me marea con mi mareo, pero ni se le nota, ni se descompone, ni se rompe, no como yo, que por destinos aleatorios vine rota y ahora me desportilló un poquito más.
Mi animo baja y esta vez sólo sube con rabia, con efervescencia, con una impotencia que anularía hasta al más capaz, ¡hasta al capataz! Mis arrebatos me sacan de la realidad, mis ataduras me piden a gritos avisar a quienes me quieren; que hoy ni entiendo porque me quieren. Es que mi furor de días de vértigo, sólo se traducen en dolor. No me reconozco, no registro nada lógico, pero todo parece tan claro, tan sencillo, tan evidente pero tan inevitablemente terminal.
Por esos días, aunque me cueste escribirlo, pero no decirlo, me quiero morir, necesito sentir, sentir algo que venga de afuera, así sea en la piel, así sea agua helada castigándome de alguna manera. Quiero despertarme y no puedo, esta pesadilla de sólo un par de días parece ser de no terminar.
Y mariposeo hasta el mareo, pero nada, estoy anclada a una realidad que la experiencia me dice que termina, pero que la mente me dice que esta vez no habrá un revés, y me lo creo, mi desespero puede más que la razón.
Pero una vez más “otra pal recuerdo”, me duermen “amarrada” entre cariño y buenas intensiones, planeando y orquestando no se como ni donde la forma justa para contenerme y en pocas horas resurjo entre cenizas y mi familia de superhéroes, a realidades sostenidas entre TODOS con el más grande cuidado, sin preguntas ni condiciones y todo está perfecto, casi intacto. ¡increíble! ¿Qué hice yo para merecer esto?
Me siento egoísta, desmedida, violenta y aunque no tengo un recuento perfecto por la niebla de días pasados, sólo yo he perdido la memoria y sé que he herido, que he agotado, que he doblado otra vez hasta el limite a quienes me quieren y me pregunto sin cesar; ¿cuándo será el día que de tanto doblar voy a lograr quebrar? Esa respuesta si que está para miedos de los de verdad.
No sé cuando será que esta chispa y su mariposeo me va a lograr quemar, por ahora me arde regresar. Volver a los lunes como si nada, a los míos como cualquiera y a los sueños como si todo, no es cosa fácil. Por lo pronto cogerme de la gratitud y la humildad que me deja el incendio y seguramente poco a poco aparecerá lo chico y mas adelante lo grande que me sumergirá nuevamente en mi antigua realidad.
Por hoy y por mañana y por toda la semana; ¡PERDÓN Y GRACIAS!