Mi amiga de Los Ángeles

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Ustedes no me lo creerán, pero yo conozco un ángel que además de coronita y alitas, también tienen cuernos, tenedor y cuchillo. La más divertida de los ángeles, que lo reta todo sin miedo y mil argumentos. 

 A mis cinco años como caída del cielo aterrizó un ángel en mi camino. Con la pureza de la inocencia, la curiosidad de la infancia, el miedo de las expectativas y la picardía que heredo de sangre, se despojó de sus harapos blancos y empezó con arpa a ponerle música de todos los géneros a mi vida. Se me metió en mis días, en mis planes y en mis historias para dejar por siempre un vinculo sagrado y profundo. 

 María de los Ángeles y yo nos criamos juntas, mi amiga mas antigua; Dios sabe como hace sus cosas y nos junto al hambre y a las ganas de comer para escribir una historia de esas que tiene, carcajadas, complicidad, uno que otro complot y un morral lleno de secretos. Tener una amiga desde Kínder que conoce cada tontería, cada regaño, cada raspón, cada costra, cada curita, y cada perdón es sin duda una cosa de ángeles.

 

María, siempre fue bastante más aplicada y juiciosa, yo siempre fui un poco más dispersa y más ruidosa. Pero ambas, ella por ángel y yo por diabla dábamos ordenes a diestra y siniestra; mandonas de profesión, peleonas por afición. Tanto así que una y mil veces jugamos a la “oficina” con zapatos como teléfonos y ordenando escritorios de gerencia en tapetes recién “peinados”, dando ordenes, siendo jefes y asistentes de por turnos. Sin saber nos estábamos, preparando para la vida que tenemos hoy, todavía dando ordenes desde escritorios cubiertos con desafíos y que prometen luchas.

 

Entre onces de sanduchitos de queso y mostaza en una cocina impecable, aprendimos a comer con la boca cerrada y sin manchar el tapete, mientras yo con Mario y ella con Luigi conquistábamos mundos y princesas con honguitos y estrellitas, y competíamos en olímpicos de tapete dándolo mejor de ambas. Con nuestras familias todavía completas compartíamos la educación, sus diferencias, sus estilos y sus planes. Mientras en la casa de María me quitaban los zapatos para entrar, en mi finca María se sumergía entre barro, lagunas y caballos. Mientra en la casa de María no hacíamos mucho ruido, en la mía mi papá con su imponente estilo recibía mis notas del colegio en cólera y con visita. Mientras en la casa de María, su mamá me peinaba ella y solo ella, en la mía le poníamos patines a las buenas o a las malas para hacerle campaña a un pollo que nunca fue gallina. Así, entre golpes ella y suavidades yo, fuimos escogiendo querernos, pelearnos y respetarnos. 

 

Conocimos juntas el primer amor, el platónico, el incomprensiblemente irracional y hechicero. Ella con el hombre que parecía maduro y yo con el que parecía dulce. Mientras María me daba cuerda y yo la echaba al agua, entre casetes, cartas y chocolates, a escondidas tratábamos de conquistar y entender como es que era eso del amor. Fuimos espías, estrategas, detallistas y sobretodo aguerridas, porque el amor de niñas, aunque tierno puede ser cruel y de mejillas ardientes. 

 

Cada una muy en su estilo cogió un camino desde esos años de recreos infinitos y maldades de pupitre y la adolescencia nos llevo por nubes diferentes pero cercanas. Mientras ambas nos rebelábamos contra el sistema, también nos enamorábamos; yo siempre del equivocado y ella del que siempre se comprometía, buenos o malos la verdad es que yo siempre quise libertad y ella siempre quiso seguridad. Y libertad yo conseguí, mi mundo empezó a dispersarse y nuestra amistad a diluirse entre ciudades y años de intensidades diferentes y mientras ella corría la carrera de la ley yo construía ideas de realidades antes invisibles. Y seguridad ella consiguió la más joven, fue la primera que se casó con un hombre que la deslumbro con inteligencia, madurez y claridades. Pronto pronto, trajo al mundo a otra María y a una Sofía que le siguen los pasos de cerca, a ellas en cada palabra y cada mirada se les ve la admiración. Y es que María es de cuidado, lo que persigue lo consigue con sudor y determinación. Así se ha hecho camino sin dudas y sin atajos y hoy triunfa en un mundo de hombres y de canas. Quien lo iba a creer, siempre creímos que ambas creceríamos a ser como nuestros papas, abogadas, políticas, presidentas y sólo ella siguió los planes mientras yo los cambiaba a mi antojo y a mis colores.

 

Esta ángel se pasea entre cielos e infiernos como la más real de las mortales. Con las alas bien puestas llegó al mundo para hacer grandes cosas, mientras se tornaba en una de las personas más autenticas que hoy rodea mi vida. Quien me lo dice todo sin anestesia, con convicción, sin ningún cuidado ni ningún reparo. Quien con pocas palabras me mete “cachetadas” de amor cuando mi mente se pierde porque no se cree ninguna versión mía de debilidad, y me refresca con su brutal honestidad y su juicio básico del beber ser. 

 

Entonces yo se que cuatro esquinas tiene mi camita y que cuatro ángeles la guardan, no se si San Miguel o San Rafael o San Gabriel pero si mi santa María, mi amiga de los Ángeles.

 

Este año la quiero hasta Japón!