Desde hace algunos meses como es “típico” en mí, me empezó a picar el mosquito de la novedad y del cambio. No me rasqué esa roncha con afán, pero ya hace unos días convertí la inquietud en objetivo. Cogí mi vida estructurada, armada, segura y cómoda y decidí darle una vuelta. Una vuelta, que dejará atrás la empresa que comencé hace casi 9 años, a la que le dedique mente, cuerpo y corazón. INDEX. Empresa, que me ha permitido ondear la bandera de ser un generador de empleo para un grupo respetable de personas. Parece ser, que cumplí con la enseñanza de mis papás de hacer país y de usar los privilegios que tuve la suerte de tener, para crear y construir. Entonces, realizada sí me he sentido, aún en estos momentos críticos que saben a derrotas.
Los últimos 5 meses han sido muy duros, no sólo por temas empresariales fuera de mi control, sino por la realización de que mucho de lo que he aprendido durante años a nivel de liderazgo, cada día que pasa se me destiñe más y me doy cuenta que mi estrategia pareciera estar fracasando. con la premisa de que hay que saber reconocer cuando hacerse a un lado por el bien colectivo y personal. Siento que ese momento de refrescar es ahora.
Confieso, que en mi personalidad urgente, quiso en algún momento de arrebato, dejarlo todo botado e irme. La desilusión que he tenido con mis expectativas como “jefe” después de todo este tiempo, por fin me ponen en pausa y veo que hacerme a un lado será una ganancia, no una pérdida. Entonces con eso en mente y sabiendo que el equipo que me acompaña, y que quienes me remplazarán son diferentes y muy capaces, puedo hacer las cosas con calma, completas y hacer un cierre digno de todo lo que construí. Al fin y al cabo es mí patrimonio y tiene un espacio en mi corazón que no se encoge ni con el más grande decepción. Sólo me conviene que triunfe y que crezca, en la versión que sea. Llegado el momento de coger otro camino; sé que el corazón se me espichara y aún siendo una decisión por elección propia dolerá.
Cuando por fin sentí la tranquilidad de tener resuelto eso de ser “responsable” con todo lo que INDEX involucra, ahí sí empezó el carnaval.
Carnaval de ideas, de ilusiones y de sueños, que todos los días cambian de forma, de color, de lugar. El proceso de crear que ruidoso es, pero que emocionante también. Sobretodo cuando estoy en esta primera parte, esa que no tiene limites, que no tiene que encajar, que simplemente pone toda el agua “turbia” hasta que empezará a decantarse. Mejor sigo gozándome ese proceso, esos pensamientos ilimitados, porque sin saber a que hora se comenzará a contener y aparecerá la estructura que dará forma a este nuevo proyecto de vida.
Voy a cambiar ese mundo de emprendedor, de responsabilidad con otros, de objetivos ligados a números verdes y rojos por una vida desconocida. A simple vista pareciera encajar conmigo, con mis habilidades y mis realidades. En mi imaginario lo que quiero con este nuevo proyecto es hacer una inversión de vida. Inversión sostenible con “sin animo de perdida” pero sobretodo “con animo de vida”.
Aunque estoy viviendo este presente de ilusión, con “ceguera” y me voy a la cama llena de sueños. Cuando la fecha de caducidad empieza a acercarse, me invade la angustia de la practicidad de mi vida. Porque así como no se vive de amor, tampoco se vive de sueños. Entonces ni modo, muero del susto. Por fortuna, en la ducha que es donde más claridad y lucidez tengo, están empezando a cocinarse los planes con el orden que INDEX me dejó en la piel, y con la vocecita de mi mamá que me repite incansablemente. Cuando no sepas que hacer solo haz, ¡lo que sea pero haz!