Por sugerencia de una mujer que quiero mucho, hoy me puse a pensar en el concepto de las prioridades y sobretodo del bienestar que trae tenerlas claras. En un mundo fabricado durante años por mí y para mí, el pasado en blanco y negro con el que comencé, se ha ido coloreando a mi antojo a través de ajustes y aprendizajes en respuesta a lo que he escogido darle importancia. Me gusta mi dibujo, me trae sosiego y me hace sentirme satisfecha, querida y completa gracias a la forma como he organizado mis prioridades y sobretodo mis realidades.
Empezaré con las realidades que pienso son la raíz de todo lo que creo y de lo que vivo. Para mí, lo más importante (no lo más prioritario) siempre ha sido sentir bienestar con libertad; de esa que transforma la cotidianidad en tranquilidad, las conversaciones en cariño, las experiencias en sonrisas, los dolores en retos y sobretodo mis rasgos en generosidad. Tengo muy claro que lo que quiero ofrecer y recibir requiere de esfuerzos, de elecciones, de sacrificios y a veces de derrotas. Entonces, toda mi vida gira al rededor de colorear realidades cuyo único fin sea entregar y recibir bienestar.
Mis prioridades en cambio, son todas esas elecciones que tomo diariamente para colorear mi realidad y son las que tienen el poder de cada detalle. Durante años vi esa palabra, PRIORIDAD, como un listado en orden de importancia inamovible y estricto, pero con los años me he dado cuenta que no es una lista en lo absoluto. En vez de verla de forma vertical, la veo hoy de forma horizontal. Lo que antes dividía con números, hoy lo separo con comas. Es que las prioridades solo son prioridades cuando necesitan serlo. Son las herramientas con las que día a día se construyen buenas relaciones, buenos contextos, buenas anécdotas y un legado que enorgullece.
Cuando mi familia ha necesitado ser prioridad lo ha sido, cuando por el contrario he sido yo la que necesitaba ser prioridad, también lo he sido. No es que desatienda algo importante por algo MÁS importante. Cada día trae su afán, y ese afán trae sus necesidades. Por eso es que cuando algo requiere de mi atención no estoy limitada por una lista enumerada, sino que el dinamismo de la vida me pone en los lugares o con la personas que más lo necesitan. Es cuestión simplemente de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Para construir esa realidad de bienestar, siempre será importante para mí, que los míos se sientan queridos, respaldados, admirados y conectados conmigo. Me preocupo por ser empática para poder entender que les es importante y como les gusta compartirlo. Por eso, siempre que se puede, trato de no perderme sus logros, sus triunfos, sus tristezas o sus alegrías. Pero todavía más importante, intento no perderme de sus cotidianidades; aun cuando la vida nos pone en lugares o momentos diferentes. Es que el cariño no está solo en los momentos “transformadores” o los “importantes”; de esos hay pocos en la vida. Por el contrario, está en el día a día; en el lunes, en el martes, en el miércoles, en lo “insignificante” y lo banal también. Mis vínculos los siento fuertes y profundos, porque me esfuerzo por estar cerca, aun cuando la vida a ratos me aleja, me paraliza y me ahoga entre miles de detalles. La feliz sorpresa de vivir así para mí, es que la reciprocidad que recibo cuando debo yo ser prioritaria, jamás se queda corta. Sentir gratitud no tiene comparación.
Por otro lado, está mi bienestar mental, físico, profesional, económico, social o el de la alegría de vivir. También han tenido momentos en donde las pongo de primeras en la fila, bien sea por obligación o por elección. Pero estas prioridades están sobretodo en las rutinas y en lo cotidiano; en los días comunes y corrientes. Son las que me dejan soñar, crear y compartir y son las que sorprenden y las que me obligan a probar cosas nuevas.
Pocas veces en la vida he estado obligada a escoger entre dos fuertes prioridades el mismo día, es que usualmente un rayo no cae dos veces en el mismo sitio. Pero cuando me ha tocado escoger, el instinto y la intuición toman la mejor decisión que pueden; “priorizo entre mis prioridades”. Mi filosofía de vida siempre quiero que sea responsabilizarme de lo que escojo, aun cuando eso que escogí fue un error. Solo así he podido cuando me he equivocado y he dejado de sentir bienestar, corregir después y volver a darle orden a las cosas que llenan mi vida de felicidad. Creo que nunca es tarde para reajustar, sobre todo porque el dinamismo de la vida y la incertidumbre del futuro me obligarán siempre a modificar según las novedades o los cambios que escoja; voluntaria o involuntariamente.
En mi presente actual sin embargo, por temas de tiempos y de deseos, la prioridad que esta más presente ahora, y la que permea todo, es mi corazón. Ese limón y medio para el que seré una prioridad, el que quiero me acompañe y me quiera desde la complicidad y la intimidad. Pero esa prioridad está solo en la energía que irradio y en las oportunidades que me doy. Ya llegará el momento en que se convierta en una realidad tangible, visible y un poquito peligrosa. Por ahora está fuera de mi control pero cerca del dibujo que espero pronto colorear.