En este mundo tan real, los súper héroes no tienen capas, ni visión infrarroja, ni fuerza bruta, ni poder de invisibilidad. No vuelan, ni mucho menos se balancean de telaraña en telaraña. Más bien pasan desapercibidos y hacen su magia sin tanta pompa. Yo por suerte tengo “pistiao” uno que además por fortuna, me tiene entre ojos a mí. No hay némesis que me alcance sin que él lo ponga todo en la batalla.
No lo conocí en un bazar un sábado al medio día; aunque es como de esa época. Lo conozco de hace años y lo tengo cerquita. En su infancia, igual que Batman, tuvo un mentor que dentro de estrictas expectativas, humor y hombría, lo impregnó con el concepto de que con grandes poderes vienen grandes responsabilidades. Su juventud la pasó saltando todo tipo de obstáculos. Cada día con más y más éxito. No lo hizo solo, fue parte de un magnífico binomio, tuvo una Neva Maravilla a su lado, y siempre elegante con su casaca roja saltó durante años hacia los 5 aros del triunfo. Fue una época plagada de hambre de competencia, de excelencia y de cuidado por la arrogancia. De pechos inflados con orgullo y de barra brava.
Se educó en un lugar de esos que inculcan carácter a la brava y que sin darse cuenta lo que dejan es el valor de la humildad y un buen ojo para reconocer al “underdog” al que grita o calla por ayuda. De artes marciales aprendió poco, tal vez sólo a saber cuando correr para defenderse. Su poder estuvo siempre en la mente, en el control, en el análisis. Las batallas solo las luchó a punta de razón, aún cuando a ratos evitó riesgos y sobrecogedores miedos.
Rápidamente vinieron los números, acompañados de millones de estrellitas doradas. Tablas dinámicas, baticuevas y un rápido batimovil acompañaron sus aventuras, rodeado de uno que otro Robín y una que otra Batichica. Como el hombre araña, tenía a sus secuaces pegaditos en su telaraña, cerca y bien cuidados. Todavía los protege, los conserva y los tiene junto con los suyos, como a mí, siempre entre ojos. No hay villano, némesis o kriptonita que irrumpa sin que él esté pendiente, moviendo sus hilos como mejor puede para que todos se balanceen sobre la tela de una araña.
De pronto a este súper héroe le dan su primer golpe bajo, lo exponen a su kriptonita. Lo coge por sorpresa el peor de todos los villanos, el que se viste de verde y acaba con todo. Impotente, triste, y débil se prepara ahora si, para mostrar de que está hecho. Su mentor sólo está ahora en el recuerdo, en la historia y a su alrededor. Todo lo que aprendió en el pasado hoy pasa la cuenta. La capacidad, la fuerza, la responsabilidad, la generosidad y la nobleza. Debe honrar lo prometido y brillar como nunca antes. Los 4 fantásticos de repente vivimos en una nueva ciudad gótica, con nuevas reglas, nuevas limitaciones y nuevas responsabilidades. Así, que en los años que siguieron, apoyado por la mejor madre de todas las cosas, todos sus súper poderes empezaron a refinarse, a enfocarse y sin saber a que hora, desde lejos lo ví con admiración, sintiéndome protegida, contenida, en un dibujo nuevo pero seguro.
Finalmente, después de años de búsqueda encontró a su Batichica, una pintada de colores, llena de ternura y voluntad, que le entregó a sus 3 minions. Ahora este Batman tiene mucho que perder, más que proteger pero también con quien gozar de triunfos, de la belleza y de la astucia. Sus increíbles, todos con algún súper poder, le contienen la vulnerabilidad inevitable que sufre hasta el más poderoso de los súper héroes.
Su sed de justicia y de solidaridad marcan la parada en esta, la mitad de su vida. Y deja de luchar villanos para más bien dedicarse a respaldar ciudadanos. Desde la ventana, en silencio, sin dejar huellas pero dándose cuenta, cambia el rumbo de muchos de los suyos. Su armadura y su capa esconden como el Chapulín un enorme corazón, yo ya no me pregunto “y ahora, quién podrá defenderme?” ya se cual es la respuesta. Es solo cuestión de un llamado y como Flash en cuestión de segundos cambia su atuendo y sale al rescate, siempre oportuno y donde sea que se necesite. Sin pedir nada a cambio, sin pedir ningún crédito, solo la satisfacción de control, de la labor cumplida y de la tranquilidad ajena.
Hoy, con mi linterna verde alumbro el horizonte y me lleno de orgullo, de cariño y de gratitud de tener al Capitán América entre mis 4 fantásticos. Gracias a eso, puedo ser esta Mujer Maravilla que salta de aventura en aventura sin miedo a que un paso en falso pueda acabarla. Es que cuando voy cayendo del infinito, justo cuando veo el piso desde cualquier lugar del mundo, mi propio Capitán América me atrapa y me deja en un nuevo comienzo.
Evidentemente hay quienes nacieron para proteger, para cuidar y para grandes cosas, mi hermano es uno de ellos. Dejará su autógrafo grabado en el corazón de todos los que hemos tenido el placer de quererlo. Además de ser buen hijo, buen hermano, buen amigo, buen esposo, es sobre todas las cosas, un SUPER papá!