Ya solo la palabra político como que da piel de gallina ¿no? ¿indispone? Bueno pues no se asusten, hoy no voy a escribir sobre esos políticos que le han dado tan mala fama a tantas personas buenas y con vocación de servicio. Más bien, hoy les voy a hablar de mis políticos. Los adorados “Alliens” que han llegado a mi familia para completarla y mejorarla. Esos que refinan la genética de generaciones por venir.
Empiezo por decir, que hoy por hoy uno de mis innegociables y de mis principales importantes en mi próxima relación de pareja, es tener una magnifica relación con mi familia política. No solo pienso que estarán presentes siempre, sino que muchas veces son la clave para descifrar todas esas arrugas y verrugas con las que vendrá mi parejo. Siendo inteligente, planeo escoger querer con paciencia a esas personas que han sido participes de la vida y el corazón de mi próximo enamorado.
La verdad, en mis relaciones nunca he tenido a la mítica suegra malvada, o a la temida familia intensa, por el contrario me han tocado buenas familias, suegros adorados, suegras de esas que se mueren por sus hijos, cuñadas que han sido amigas, mejor dicho, bien si me ha ido. Pero no nos engañemos, político es político y tarde o temprano salen controversias. Cuando digo que me han tocado familias políticas es porque la familia política si le “toca” a uno, el marido en cambio si se escoge, ese no toca. Aún cuando sale chiveado, se escoge y si ha de “pasar a mejor vida” pienso que es como una inversión que no resultó y asumiré la responsabilidad compartida.
Por ahora, mientras aparece mi familia política propia, tengo la extendida. He tenido la fortuna de ver a mis dos hermanos mayores, escoger buenas parejas con las que han formado familia, y en el caso de mi hermano menor he sido testigo de un noviazgo de esos genuinamente construidos, trabajados, y en especial uno de compatibilidad.
Entonces, con el fin de darles el crédito a estos tres valientes que han sabido coger no solo la mano de mis hermanos, sino que se han aventurado a pilotear las “riendas colectivas” Dávila Mc Allister, les cuento desde mis ojos el valor de lo político.
Primero vino Alex, el esposo de hace más de 20 años de mi hermana mayor. Con él para mí todo fue fácil. Fue como ver a mi hermana jugando a la casita y a mi edad era como un sueño, además que guapo que era! (bueno, que es!) Que paciencia me tuvo en pataletas de esas que si tenían patadas. Él es uno de esos hombres generosos y caballeroso que son tan escasos. En temas de empatía es como pocos, cuando la situación se lo pide, Restrepo, con su tremenda mano amiga, llega con detalles que siempre enternecen, conmueven y conectan. Me acuerdo de uno de sus gestos más especiales; fue el día que se murió mi papá. Sin preguntar y sin pensar encontró una forma de sacarme de la casa con la excusa chimba de comprar unos pantalones para el entierro, solo con el fin de evitar que yo presenciara el momento en el que se lo llevarían; seguramente me habría manchado negativamente el recuerdo que tengo hoy de mi papá. Para rematar, cuando ya todos estábamos de regreso de la funeraria, en un día gris como ese, sin hacer ruido y sin aviso llegó con unos deliciosos eclairs que aunque no cambiarían nada, si nos endulzarían el momento. Hasta hoy es el hombre de la paciencia. Conmigo, de la disposición desmedida y mi compañero de buena muela, de buena vida y de vez en cuando de grandes Napkins. Que chévere que es ver a mi hermana con un hombre que la cuida, la acompaña, la consiente, le da gusto en todo y sobretodo quien le dio la felicidad de ser mamá.
Unos pocos años después, llegó a la casa Ana María, con ella si todo fue mucho más complejo. No solo llegó en un momento transformador para la vida de la familia, sino que vino después de una novia de esas que la familia ha adorado. Entonces creo que todos se lo pusimos de pa arriba. En especial yo, que con 15 años y viéndome amenazada por la posibilidad de que me robarán a la única figura paterna que me quedaba, le hice esos 3 años de noviazgo un infierno desmedido. Ella llegó de un mundo con menos ruido, con menos desorden y con menos niños, pero se sabía todos y cada uno de los trucos de vanidad, de moda y de estilo que en mi casa nunca hubo. Me hipnotizaba con esa belleza sofisticada y sencilla que la caracterizaba, admiración escondida adolescente . Cuando por fín se casaron, no fue sino que mi hermano un día me “defendiera” ante una trivialidad y me hiciera sentir importante y mi relación con Ana María se transformó en una de solidaridad, de ayuda reciproca y de amistad inquebrantable. Anama, es la única con la que comparto el mundo del arte y de la estética y es mi compañera y vecina en mi rincón del universo. Su talento siempre me ha descrestado y su nobleza y su sensibilidad me enceguecen. ¿Cómo no quererla, si cuida, admira y adora a mi hermano como lo adora? Además divina paciencia con ese Capitan America defensor de todo lo bueno y lo esforzado.
La última y no menos importante es Paula, ella se ha hecho descubrir, como todas las cosas buenas, lentamente y con algo de misterio. Con ese andar calladito y respetuoso se ha ganado el corazón de todos y cada uno de nosotros. Yo por lo menos me pongo feliz de que Paula “vino” a llenarle el corazón a mi Titus. Corazón inmenso para llenar y si que lo tiene a tope. Paula tiene todo lo que yo no, tranquilidad, prudencia, tolerancia y sobretodo mesura. Es un ejemplo de disciplina y cabeza fría, con corazón blandito. Además que familia tan WOW la que se manda, que envidia de suegros y de cuñados los que tiene mi hermano. Me doy cuenta que pagaría lo que fuera porque mi parejo venga con ese sentido de familia tan chévere. Es una nota ver a una pareja joven conocerse y quererse y tener todas la opciones por delante. Mientras uno madruga y la otra perecéa, ojalá se gocen el buen principio de toda historia de amor duradera. Para mí son por estos días motivo de envidia, no solo por sus maravillosos veintes, sino porque me recuerdan que el amor de pareja es un privilegio y una suerte.
Como verán he tenido suerte con los políticos que me tocaron, cada cual en su partido y con su agenda, nos han torcido muy para bien cada molde. Y aunque todos son grandes personas, debo darme el crédito de haber sabido quererlos y valorarlos como lo hago, porque sé que me he ganado el cariño de los tres. Algunas veces, más temprano que tarde, pero al final lo que cuenta es este presente. Espero saber encontrar mi próximo afortunado en ese mismo lote, para que no se rompa la buena racha. Y aunque no convocare elecciones para escogerlo, espero que si algún día toca refrendar para destituirlo, tenga suficientes manifestantes para esos votos de revolución.