Nuestro Tito llegó a la casa cuando yo tan solo tenía 6 años. Fue una enorme sorpresa para mí, aun cuando quería mucho tener un hermanito. Según cuenta mi mamá hice puro “show” en el colegio, incluso dije que había nacido un par de semanas antes de que realmente naciera. Supongo que ya estaba impaciente de saber como era eso de tener hermano menor. Aunque era muy chiquita, ese 31 de enero de 1989 me acuerdo que me recogieron en el colegio para llevarme a ver a mi nuevo hermanito. No cabía de la emoción ¿un bebé? ¡Que felicidad tan infinita! Era chiquitico, Tito chiquito chiquitico y con la llegada de él en un solo segundo dejé de ser la consentida. Claro, es que dividir amor de padres entre 4 es igual que dividir una torta o una herencia; a más hijos más repartidita la cosa.
Con mis celos, vinieron un par de maldades inocentes que le hice; siempre me ha conmovido la fuerza que tenía él para superar cualquier traspiés, aun si la zancadilla a ratos se la ponía su hermana. Inevitablemente desde chiquitos, con hermanos mayores y de generaciones bien alejadas, Tito y yo nos volvimos un dúo; compartíamos cuartos, baños, juguetes y tiempo, hasta el rinconcito de las “pesadillas” de la cama de los papas tocó compartirlo de vez en cuando. De chiquitos fuimos más que nada hermanos, peleábamos por la ventana, por las gomitas, por la atención y por la razón. Una veces con más efervescencia que otras pero al final siempre pidiéndonos perdón a las buenas o a la brava.
Y sí, con los años hemos vivido todo más cerca que con ningún otro hermano; las duras y las maduras. Nos tocaron todos tipo de cambios fuertes en la infancia y la adolescencia; cambio de casas, de colegios y de países. Además vimos a nuestros hermanos mayores (o debería decir a nuestros “segundos papás”) encontrar a sus parejas, dejar la casa y cada uno coger su rumbo. Tito y yo, cada uno desde su esquina, vivió cada momento, cada cambio y cada “abandono” de forma distinta, pero al final de cuentas todo lo vivimos juntos.
Así que con tanta cercanía, no es de extrañarse que nos encontráramos en muchos cruces, con opiniones diferentes pero con necesidades en el fondo parecidas. Amigos, rivales, competidores y aliados. Cada cual viviendo sus dramas, sus duelos y sus alegrías a destiempo y en carne propia. Convirtiéndonos en quienes somos hoy y siendo soporte de supervivencia el uno del otro.
Sanka are you dead man? –Yeah man! Pregunta que nos hacemos con frecuencia para cuidar el uno del otro como cómplices y amigos. Hay tantas historias que contar a las que no hay tinta que les haga justicia.
Pero bueno gracias a tanta cosa debo confesar “secretamente” que el único de mis hermanos al que quiero proteger y por el que me botaría enfrente a un bus o mataría con las uñas es por mi Titus. A ratos también quisiera como cualquier hermana sacarle las uñas a él (pero con cariño, no crean) Me imagino que es de las pocas condiciones inevitables de ser hermana mayor. El siempre me conmueve, siempre me entrénese y cuando le fallo, me lleno de culpa y arrepentimiento y me quita el sueño hasta que encuentro la forma de calmar las aguas.
Tito sin ninguna duda se ha llevado la parte más difícil de mi y entre su silencio y su inmediatez incondicional cuando lo he necesitado, me ha acompañado y apoyado sin queja y sin juicio. Entonces imposible no estarle en deuda. Con él si que me duele el dolor y me preocupan sus preocupaciones, aun cuando esa hermética personalidad me mantenga a distancia para no pedirme ayuda, siempre estoy ahí detracito escondida por lo que “potis”.
Verlo, siempre será un recuerdo de mi papá, sus formas, su cara y sus intereses le hacen mímica al recuerdo adorado que tengo de él. Esa fuerza bruta o su respiración pesada; característica muy típica del Pollo. La facha, la barba, la caballerosidad con la visita, la explosividad a ratos desmedida, ese don de gentes, su alma generosa, su magnetismo y sobretodo su cualidad totalmente autosuficiente. Debo decir que mi hermano si en algo se destaca en la cotidianidad, es porque es absolutamente USEFUL. Si le sueltan una lavadora, se encarga, el motor de una moto y cacharrea, un hilo con aguja o unos huevos y una sartén y siempre sabe por donde va el agua al molino. No le teme a ningún electrodoméstico y no se queda varado con nada, es un verdadero SURVIVOR en todo sentido, así que con él siempre se está a salvo a la hora de buscarse la vida o de vivirla. Tito si que sabe de las nuevas masculinidades.
Somos diferentes y ambos creemos siempre que tenemos la razón, pero la única verdad es que: ahí como quien no quiere la cosa aprendemos el uno del otro, por los laditos y por la curvas y tarde que temprano se nos imprime en la piel una parte del otro. Hoy el Great TITUS gracias a tanta historia y tanto tiempo juntos se ha convertido en mi compañero de peligro, en mi compañero deportivo y ojala en un amigo para siempre.
Te quiero Sanka.