Y si te sueño apareciendo, ¿cómo sería? ¿Llegarías de repente? ¿serías de mi pasado? ¿vendrías de tierras lejanas o de casas aledañas? Ojalá lo supiera, ojalá lo viviera.
Un momento con fecha, con hora y lugar. Pero y si te sueño, ¿aparecerías? Voy ha hacerte una fotografía, una lista, una poesía virtual. Una que no había pensado, ni tampoco planeado, una que comienza cuando me pregunté ¿Y como es él? ¿En que lugar se enamoró de mí? ¿A que dedica el tiempo libre?
Es que para pensarte debo crearte, imaginarte, desearte y con eso empezar a esperarte. Mi limón y medio, fruta prohibida de la que seguramente no me bastaría con solo media.
Te veo entrar con tu porte, tu tímida seguridad, una mirada reservada, intrigante, interesante; nuevo. Me pregunto, ¿será que acabo de ver al dulce limón con quien me voy a enamorar, con el que empieza en este instante un nuevo destino, un nuevo rumbo? ¿Pero y seré yo su naranja y media? Yo creo que este puede ser el primer sorbo de nuestra limonada dulce y amarga.
Me brillan los ojos y como siempre, ese magnetismo me hace mirar para otro lado, me intimido, me cohíbo, y mi seguridad sale a tumbos por la puerta y no me reconozco. Me reincorporo y me pregunto ¿será la falta de práctica o la torpeza para mostrarme vulnerable, interesada, esperanzada? mi mente y mi cuerpo hacen el esfuerzo de mantener la cordura, para poner una fachada más real y más segura, que pueda frente a tu figura y mis ilusiones, responder. Sin desesperarme busco alguna manera, alguna estrategia para acércame, o para acercarte y conocerte. Y porfín con algún tropiezo, empujón o desacierto verbal, entro en tu metro cuadrado y sin saber porqué, me invade una tranquilidad y algo de naturalidad y me digo: nada está perdido; nadie está perdiendo.
Eres alto, un poco flaco, me intriga como será toda la anatomía debajo de tanta tela, de ese estilo descomplicado pero impecable, seguramente en cuestión de segundos te he evaluado, escaneando y viene un cosquilleo producto del “sex appeal” discreto que trasmites sin darte cuenta. Te mueves con misterio, con una seguridad que no alumbra sino que es solo tuya. No te complicas, no te presionas, solo estás, existes, respiras y gozas sin mucha pompa este momento que puede ser de muchos colores y en muchas versiones. Tus ojos guardan ese lado escondido que solo conoceré yo, que será, si estoy de suerte, mío y que será la raíz de este amor mío, por ti. No alardeas, entre tu detallista sencillez, sonríes; me derrites. Oigo tus historias que vale la pena contar, que tienen palabras, ideas y sentimientos que aportan, que me hacen cuestionarme, que me dejan algo nuevo; hambre de cambio. No lo compartimos todo pero veo potencial de un nuevo mundo. Mi pasado parece desparecer y con él, la duda, el miedo, la conciencia maldita de fracasos previos, de decepciones ajenas y de amores perdidos.
Ese primer día cuando sin darnos cuenta nos conocemos, vivimos nuestro "meet cute”, que no parece mucho y de repente lo es todo. Que acelera la impaciencia y me alerta la serenidad. Entre tu media lengua, tu mundo ajeno y nuestras historias, nos damos cuenta que compartimos parte de lo cotidiano y que hay visos de lo fundamental. Es que no basta con encontrar a la persona perfecta, sino ser la persona perfecta Ya nos imagino viajando entre platillos exquisitos, paisajes infotografiables. En mi campo, en tus misterios, en las conversaciones interminables en la chimenea y en los rincones construidos para compartir. Con el cuerpo a millón y la vitalidad más joven que nunca, nos descubrimos, nos seducimos, pero sobretodo nos atrapamos. Juntos, un poco más lejos, un poco más cerca, un poco curiosos, un poco más seguros, nos aventuramos a lo nuevo y a los riegos. Protagonizamos la crónica, el drama, la comedia de una historia de ensayo y error. Y con la tradición de un baile, comenzamos lo finito con ilusión de infinitos.
Para que negar que está nueva oportunidad es el principio de la fantasía repetida de ilusiones y sueños que solo existen en el mundo de quienes están solos, disponibles y listos. Todavía tenemos la fortuna de repetirlo, de revivirlo; ese próximo o último enamoramiento que irá destiñéndose para transformarse en el amor verdadero y esforzado de los para siempre. Como desaprovechar el comienzo que se pierde entre los años y los compromisos.
No te hago la lista de chequeo habitual, porque ¿para qué? Está todo tan virgen, tan reciente. Además ojalá me sorprendas y yo te cautive.