Flechazos desde el cielo

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Lo más emocionante e interesante de mi estado civil actual: soltera, es saber que todavía tengo la oportunidad de flecharme y también de enamorarme. El enamorarme, conlleva siempre, bastante más peso y muchísima más cabeza, pero ¿la flechada? La flechada siempre pasa primero y ¡que delicia de mil matices que es! Todo es  tan impredecible, tan nuevo y tan desconocido; con tanto nerviosismo, que cada llamada, cada texto, foto o piropo da un poquito de taquicardia y una erizada de piel de esas que se acompañan con un escalofrío.

 

Yo por estos días difícilmente me ilusiono, encontrar un “objeto” de mi atracción es poco usual; en especial uno que me dure más de un día y que tenga algún misterio que me cautive. Más veces que no, el delirio se me destiñe rápidamente entre riesgos y juicios. Pero cuando si dejo al tal cupido perforarme la nalga, no hay mucho reverso, ahí si, ¡que se tenga el corazón! Porqué la flecha de la nalga, esa, solo pide más gasolina, conversaciones de las eternas y momentos que parecen tan solo segunditos de un pestañeo.

 

¿Qué me dicen del roce de una mano por el muslo o de lascosquillitas que hacen que la bilirrubina se empine por encima de los labios? O la sonrisa de pendeja encantada que solo puede dejar un beso apasionado e inesperado, que la verdad, tanto se espera. Nada que me ponga más eufórica que una mirada con intensiones “sospechosas” o un comentario en clave y provocador.

 

Soy honesta; el enamoramiento, por falta de una mejor expresión; ¡es lo máximo! Tiene besos que hacen perder el conocimiento, que contraen el diafragma y caricias que tienen vida propia.  Pero entonces, que susto que me coja ventaja y me deje de patitas en la calle, ahí si empieza el verdadero martirio. Esa tortura que es la estrategia; una pensada para estirarlo todo en un mundo donde las mujeres son de venus y los hombres de marte. Toca entonces entre inteligencia, audacia y sin comprometerlo todo, vivir día a día motivado por expectativas futuras y en los momentos presentes; hacer malabares para la continuidad. Pero, ¿cuanto dura ese momento tan efervescente? a ratos poco, a ratos casi nada, por eso es que la sed de saborear tanta incertidumbre es un poco maldita y un poco bendita.

 

¿Y donde quedan los deseos de la piel y los pecados de la carne? Controlados, dosificados y en mi opinión castigados. La espera, la ansiedad de una noticia o de esa palabra ajena, me ponen a caminar en círculos alrededor de la mesa del comedor. Me hablo sola, me río sola, me emociono con toda las de la ley y apenas llega el mensaje o la llamada; toda esa maquinaria mental que inventa mil opciones, recrea cada escenario y cada alternativa fantástica, me deja fuera de base. A veces me satisface y me sorprende, pero también a veces me frustra y me desilusiona. Gran parte por exageración o por distorsiones virtuales de felicidades mentirosas, pero gran parte por demencia; en mi caso femenina.

 

Entonces hablemos de la arritmia momentánea e intermitente que llega con ese guapo de ojos azul profundo y cuerpo robusto, de palabras exquisitas con comas oportunas. Ese que viene y va a mundos desconocidos, que me acelera la respiración y me pone de los nervios, y me hace sacar mi mejor perfil, el izquierdo, el derecho, el “perfecto”.  Sin perderle la mirada, ni la pista, mi guapo camina cerca y vuela lejosy yo con las ganas de no perderme de esos ojos de picardía y de las palabras mágicas, hago un intento algo aparatoso de un coqueteo inocente pero miedoso y que por infortunio se desvanece entre distancias y momentos perdidos, arrepentimientos latentes pero ilusiones fantásticas de suertes imposibles. Entonces este guapo me deja por desgracia en puntos suspensivos… con pensamientos por las nubes, con palabras en la boca y besos en los bolsillos.

 

Que le digan a Cupido que bien pueda pincharme la nalga cada vez que quiera y si es con esta misma flecha tantísimo mejor, porque sin duda tener el corazón acelerado por unos minutos o unos días mientras el verdadero amor aparece es cosa de ángeles.