He dicho antes que me protege un súper héroe desde hace muchos años. Pero más allá de saberlo y valorarlo me he dado cuenta; en este año de locura, que por primera vez lo estoy aprovechando y sobretodo agradeciendo. Eso, mientras sorteamos suertes y navegamos semejante absurdo que es este presente de película de suspenso.
Este año demencial, ha sido para mi vida profesional, talvez, el año de más aprendizajes. Es la hora en la que, como todos, todavía me encuentro en arenas movedizas en un mundo plagado de inciertos. Pero cuando miro para atrás, han pasado 8 meses y me aterra, me sorprende, y me parece surreal TODO lo que hemos hecho, lo que nunca me imagine pudiéramos conseguir, todos los aros por lo que hemos saltado, las lágrimas intermitentes pero desesperadas que han acompañado esta trepadera resbalosa. Las frustraciones constantes, y los desgarros profundos por las absurdas expectativas que hemos tenido con el estado. Digo hemos porque no me ha tocado nada de esto sola, dentro de lo rodeada y apoyada que he estado, toca reconocer que mi compinche de lancha o debería mejor decir mi capitán en esta tormenta, más que nadie, ha sido mi hermano, Alejandro, súper-héroe sin duda; sobretodo por estas fechas.
Pues bien, a mi hermano hasta ahora lo había visto en acción, haciendo lo suyo, eficiente, eficaz, honorable, competitivo, ganador, por momentos un poco áspero, pero siempre pensando en quienes lo rodean. Trabajando, trabajando y trabajando, a ratos medio adicto y conectado hasta bajo el agua. Entendiendo siempre lo que yo prefiero ni siquiera intentar digerir, organizándome cosas mientras me da consejos y algo de dirección en mi vida laboral; a ratos con estoicismo y sin anestesia, pero siempre con la mejor de las intenciones.
Para mí, en el mundo de los negocios, Alejandro siempre tiene respuestas y casi siempre buenas respuestas. A ratos discrepamos en la forma y unas pocas veces en el fondo, pero sé que ambos disfrutamos compartiendo el trabajo, los negocios, los retos propios o conjuntos. Somos si algo solidarios de tiempo completo. Claramente la experiencia no se improvisa y en ciertas áreas soy débil aun cuando me aventuro a ponerles el pecho, entonces, él es un gran recurso. Hace unos meses nos enfrentamos como todo el universo, de repente, a un reto sin precedentes. Un momento en donde en sólo 3 días, por lo menos para mí, lo sentí todo perdido. El comienzo de una angustia que se apoderó de mi, mientras mi mente pasaba por miles de escenarios sin ninguna resolución. Preocupada por mi gente, por mi vida, por mi negocio, aunque curiosamente nunca por mi salud. Este pinche COVID y sus estragos fue un “primero” para todos. Sin embargo, yo como siempre, esperaba y confiaba con que el “súper héroe” tendría respuestas, estrategias, soluciones; mejor dicho, lo de siempre. Lo que me di cuenta tarde, fue que para él también todo esto era nuevo, angustiante, frustrante y sobretodo desesperante, y me di cuenta tarde, porque a ese man no se le nota nada de eso.
Los últimos meses me ha tocado un lado muy intenso y verdaderamente admirable de mi hermano. Una faceta nueva, mucho más apasionada y guerrera, una faceta más humana y más frágil y para sobrevivir, más tenaz y perseverante. Como me decía en esos meses donde el agua nos llevaba al cuello. “Helena, si nos hundimos, nos hundimos con las botas puestas y el cinturón apretado”, eso para decirme que no la luchábamos como fuera; rendirse ¡jamás! Y sí, me apreté el cinturón me puse las botas y me aferré al salvavidas más inflado y él ni se diga.
Nos juntamos en un nuevo estilo de vida y todos y cada uno de los días aparecía un obstáculo de esos que son absurdos, desconocidos y sobretodo inevitables. Para mi era en mis cosas, para él en las de todos. Mientras yo me preocupaba por una empresa, el lo hacia por más de 3, mientras yo me luchaba 15 empleos, ál se luchaba 20 veces más. Todo eso mientras veía a sus hijos pasar por esta época de locos, que tampoco podía ser fácil, aun convenciéndonos que era una oportunidad. Es yo al menos tengo la tranquilad de que soy yo con yo, en mi espacio y con mis responsabilidades, no hay extras.
Talvez es por eso que este realismo nuevo, que fue todo menos mágico me hizo darme cuenta que Alejandro realmente no es un súper héroe sino algo muchísimo mejor; un súper humano. Porque con toda la salvajada que representó y seguirá representando este momento histórico, ha afrontado esto con un perrenque y una gallardía como pocos, con una calma emocional lejísimos de la mía, con una creatividad que nunca le había conocido, con pasión por la legitima defensa y apostándole al verdadero significado de la protesta. Le vi la vena política y guerrera de mi papá mientras se echaba al hombro hasta mis más ridículos desesperos y mis ganas constantes de mandarlo todo pal carajo.
Es que yo siempre lo he visto medio inderrotable, con todas sus bolas en el aire, con facilidades de control emocional y con estabilidad, pero nunca lo había visto en posición de guerra, eso me ha hecho últimamente envidiarle esas cualidades un poco más. De hecho, siempre he envidiado eso de todos mis hermanos, ellos logran mantener en alto sus vidas con compromisos constantes y no solo en ataques de supervivencia como yo.
Fuimos y somos una buena llave. Yo con mis aportes, él con los suyos. Yo con mi lado derecho del cerbero y él con el izquierdo, yo con mi sensibilidad y mi creatividad y él con su cabeza fría y sus respuestas, yo con mis ideas en horario nocturno y él con sus chats de horario extendido. Siempre me divierto con sus ocurrencias profesionales y personales y me siento parte de su familia. Me gusta saber que puede necesitarme a ratos tanto como yo a él y que aprende de mi tanto como yo de él.
Una de mis frases en estos tiempos de COVID, ha sido: “Que Alejandro se mantenga al margen del pinche virus ese, porque sino, quién se encargaría de mi declaración de renta”. Suena como un mal chiste y algo superficial, pero es cierto. La realidad, es que mi declaración, pero de vida y de buena fortuna, depende muchísimo de él, porque la verdad es que él está siempre pa´ las que sea, donde sea y como sea.
Alejito: “De humano a humano”, (léase con el gesto desesperado de mis brazos) le digo que talvez si algo me llevaré de este reto, ha sido el ejemplo de tenacidad y verraquera que lo ha caracterizado en estos, los tiempos de COVID. Además toca reconocer que, a hoy, hemos sido el equipo del: “lo que no se le tiene, se le consigue” y ¡sí que se ha conseguido! Seguimos en la lancha firmes, por lo menos hasta hoy.
Que sean otros 48 llenos de retos y éxitos. ¡Happy B-day! ¡GRACIAS!