Una de las cosas más difíciles de hacer es escribir sobre los defectos, los malos hábitos, los demonios que no he logrado dominar o las “vergüenzas” consecuencia de mi lado más difícil. Siempre que me dispongo a analizar, internalizar y decir la verdad, oigo voces y juicios, entre recuerdos donde revivo los momentos de mis equivocaciones, sus soluciones inmediatas o el peso de las preguntas sin respuestas que trae consigo existir.
¿Quién no ha querido meterse entre un hueco, un ratico bajo tierra a causa de sus propios juicios y exigencias, en esos momentos reveladores cuando le cantan a uno sus verdades, esas ineludibles, las que rasguñan la superficie y hacen arder bastante el corazón? Pues a mi, cuando alguien a quien realmente quiero o respeto, me hace reconocer con una aseveración de esas que le pone tilde a esas cosas salidas de los desperfectos que no quisiera tener, se me estremece el mundo un poco. Hablo de esas cosas que al oírlas o enfrentarlas queremos ignorarlas, negarlas y defenderlas con razones, excusas o contextos para sentirnos aliviados de culpas o de nuestras propias insuficiencias. Juemadre… y como duelen por ser ciertas, vertiginosamente obvias, pero desafortunadamente terriblemente espinosas y difíciles de conquistar.
Hace unos días me enfrenté con un poco de esas realidades y me tocaron el alma, me dejaron con dolor, un poco desconcertada y con tantas ganas de cambiar que me he puesto en la complicada búsqueda de las soluciones o las herramientas, para ver si logro suavizarme un poco para estar más tranquila y poder nuevamente “enamorarme” un poquito de mi.
Yo en lo personal, no le he visto problema a eso de conocerme, analizarme, juzgarme arrepentirme, corregir y construir, pero la verdad es que siempre lo hago dentro de la puntualidad de un problema especifico que pueda enmarcar y contener. Pero esta vez estoy en territorio desconocido y sobretodo ante un “problema” que permea mucho y que se me riega por entre los dedos. Cosa que me hace difícil entenderlo, agarrarlo con intensión y mucho menos dominarlo.
Hago la salvedad que estar inconforme o preocupada con este lado más oscuro mío, no me anula las cosas buenas y positivas, de hecho, muchas de ellas también provienen producto de algunos de esos ingredientes de doble fijo.
Bueno, todo este preámbulo para aceptar que soy una persona terriblemente impaciente, narcisista, antipática, intransigente y algo caprichosa. (Nada nuevo realmente) Lo que si en cambio es nuevo es que soy una mujer que se ha convertido en un erizo. Blandita por dentro, pero espinosa por fuera. Aun cuando son varias palabras, la realidad es que lo que me hace un erizo es la combinación y lo entrelazados que están esos adjetivos. Si bien es cierto que tengo una personalidad escandalosa, apasionada, arrolladora y a ratos intimidante, sé también que tengo un buen corazón, pero ultimamente bien escondido.
Es tal vez la impaciencia y mi dificultad para aceptar cambios pequeños, o manejar imprevistos y sopresas lo que me mata. Para explicar que tan intolerante soy hacia eso, el perfecto ejemplo es que para mi una llamada inesperada así sea de un amigo es un motivo de desespero, ni se diga que conteste y sea de un banco. ¿Quién dijo miedo? A esa pobre persona al otro lado de teléfono le contesta una verdadera bruja de escoba. Y como ese, hay mil ejemplos más, una visita sorpresa o un cambio de planes ya preestablecidos, o un compromiso que no se cumple o cuando me siento que después de tener algo acordado tratan de sacar ventaja. Algunas de esas cosas podrán ser normales, pero en mi sacan un lado tan desagradable y antipático que me salgo un poco de mi. Ya quisiera ser mas como Laura mi hermana que trabaja bajo presión con gracia, tranquilidad y habilidad, porque a mi la presión, me colapsa.
Y es que muchas de mis cosas que realmente no son urgentes se convierten en una emergencia, lo importante o fundamental en urgencia. Yo me levanto con metas y mi día siempre consta de hacerlas realidad de la forma mas eficiente y perfecta posible, entonces a veces ni las vivo. Para mi nada es para mañana, todo es para ayer. Entonces mis días y mis entornos a ratos están plagados de una presión y una tensión y hasta de una desconexión humana, con la que desgraciadamente en vez de motivar; paralizo. En muchos casos esto ha sido una bendición porque mi nivel de ejecución y mi cumplimiento de metas y resultado es alto; soluciono y conquisto sola o en equipo. “I get things done!” Pero mi genio, mi nivel de tolerancia y mi búsqueda por la eficiencia se traducen en antipatía, desaprobación, inflexibilidad y lo que es peor frustración colectiva. Entonces a veces el precio del “éxito” termina siendo muy alto.
Aunque por estos días ese dolor que siento de haberme reconocido en el espejo de otro como una persona que no me enorgullece, la verdad es que todavía hay quienes creen en mi y me quieren a pesar de mi. Entonces la soledad que sentí hace unos días, que creía me merecía por haber “sido” una vieja harta, me dejó algo positivo que fue hacer una pausa, revisar y ver como diablos rompo lo que toca romper .
Ahora bien, para rematar ha sido tenaz descubrir que en el amor si que soy un erizo. No dejo que nadie se me acerque. Quienes me conocen saben que enamorada, soy generosa, amorosa, comprometida y hasta tierna. Pero hoy no permito que nadie acceda a eso, manifiesto solo un poquito de interés aun cuando tengo mucho y me escudo rapidito entre el humor y el desentendimiento y espanto. Por lo confuso de ese mensaje es difícil que alguien se quiera aventurar a conocerme un poquito más allá de la Helena “todopoderosa”, trabajadora, arrolladora; Helena la “difícil”. Reconozco que depronto es que no ha llegado quien sea lo suficientemente inteligente, paciente o interesante para permitirme bajar la guardia, perder el miedo y derretirme hasta mi lado más amable, mas blandito, más fácil y con la vulnerabilidad a flor de pie. La obviedad es que me da susto, porque como duele de horrible el corazón cuando le toca doler.
Entonces bueno, todavía me faltará terapia para ver como lidio con la antipatía y el narcisismo, y citas a ciegas para dejar de echar tanto chiste y mas bien echar piropos. Por lo pronto sorpresivamente para mejorar el genio aparecerá un Eugenio. Porque entre muchos dolores que hay en la vida ese de sentirse solo a razón de mis defectos es uno de lo que más me duelen a mi. Es que les confieso aun en modo “todopoderosa” es muy difícil ser difícil.