Nunca me leí la obra del García Márquez, pero por alguna razón el titulo me resonó la mañana de hoy y me puso a reflexionar. Muy cierto es que la ultima semana a sido de locos. Para mi fue como participar de un mundo paralelo, fue como ver una película mientras me cambiaban de canal una y otra vez.
El domingo me acosté agotada por un fin de semana de corredera, con un poco de preocupación por lo que por las esquinas se oía sobre el tal virus ese … el del pánico, el más peligroso de todos, al que por esos días llamaba en corona virus. El lunes amanecí y entre el cinismo de los absurdos y la ingenuidad de los imposibles comenzó la primera jornada.
Cancelan reservas, perdemos clientes, empiezan medidas; para ese momento drásticas alrededor del mundo y entre el dólar, la bolsa y cualquier cantidad de cifras y estadísticas que no entiendo con cerebro sino con dolores, nos quedamos perdidos acá los mortales en un juego de fichas de domino. Empieza entonces el limbo. Que si vengo, que si voy, que si abro, que si cierro, que si empacamos y apagamos o promocionamos y aprovechamos.
Entre las 8 y las 10 de la mañana ya yo había pasado por todos los posibles escenarios; o eso creía yo. Es que en mi cabeza no podía caber que después de un febrero como el último; que había sido un mes en mis negocios de absoluto regocijo, éxito y prosperidad, ¡el mejor mes de nuestra historia! que después de hacer planes en asambleas y prometerme a mi y a los míos que el 2020 sería nuestro año, de pronto en cuestión de horas parecía como si nunca hubiésemos saboreado una pruebita de las mieles del éxito.
Nunca me ha tocado en negocios o en temas de dinero ver en un segundo y me refiero a esa fracción de tiempo, como se podía ir todo por entre los dedos. Por primera vez entendí que podía pasar, de pronto no en un segundo, pero si en cuestión de días. Armada de valor y creyendo que podía atajar lo que estaba por venir me reuní con mi equipo y con dolor, miedo y preocupación les avise que podían estar por venir unos días difíciles que tedríamos que sortear y que probablemente los pagos serían aun más difíciles; mientras en el fondo de mi mente como siempre tenía la esperanza de que algo podría hacer. Les escribo también con toda sinceridad a mis proveedores para avisarles que este mes responderíamos a nuestras obligaciones más tarde pero que lo haríamos. Asumiendo que con suerte recogeríamos lo que faltase un poquito más adelante. Que deseosa ingenuidad la del lunes.
Entre el martes y el jueves pierdo la cuenta y el tiempo es completamente relativo, el gobierno se empieza a mover sin dar treguar de la mejor manera que pueden, esto es nuevo para todos. Pasan 5 reuniones con mi personal, 250 llamadas con mi hermano, infinidad de líneas de chat con preguntas, ideas, preocupaciones y en cada una soluciono lo del día y planeo como hacer para que no por esto perdamos el trabajo, planeo como pagar, como sobrevivir y además empiezo a preocuparme por la salud pare ser honesta de mi mamá (la única que sentía en riesgo) y poco a poco la de todos los demás aun a sabiendas de que muere más gente de cualquier otra cosas que de este virus. Lo cierto es que está en cada pantalla, en cada foto, en cada historia, no le podemos huir así que mejor me lo tomo en serio de verdad.
Al principio de la semana lo siento como una responsabilidad, como que tengo que encontrar solución; con angustia y pensamientos de todos los estilos paso horas tratando se conciliar el sueño sin mucho éxito y pienso; juemandre esto es lo que siente la gente que se va a quebrar… mierda ¿será que me voy a quebrar? ¡Que sobreactuada! ¿Cómo, si esto ni es culpa mía? Algo tiene que pasar, esto no puede ser si me quiebro yo, tampoco se salva nadie más. Bueno las farmacéuticas y los dueños de Purell pero de resto todos pal barranco.
El caso es que después de cambiar de estrategias, de mandar a varios para sus casas o de vacaciones o de permisos no remunerados o de teletrabajo, a suspender arriendos, o pagar con porcentajes, a inventarme ideas que nada tuviesen que ver con hotelería para reunir cualquier tipo de ingreso todo lo que solidariamente creía que sería bueno para no ahogarnos. Mi equipo se puso manos a la obra para ayudar, aportar y todos seguramente con la misma inquietud e incertidumbre de como será mañana y muchos seguramente pensando como sobrevivir en sus vidas y las de sus familias. Pero acá todos estaban firmes, todos dispuestos, todos siendo y haciendo lo mejor que sabemos, crear y trabajar para complacer. Esta semana si que sentí el AMOR en los tiempos de COVIT-19. Hicimos todo lo que se pudo y con lo poquito que había en manos del banco pues pagar impuestos que me asustan peor que el virus y lo que queda a lo que alcancé de la nomina. Así seguiremos haciendo mientras nuestro equipo brilla por su genialidad, recursividad y perrenque porque ninguno igual que yo se quiere dejar quitar de las manos lo que con sudor, amor y hoy lagrimas ha construido.
El viernes ya mi pensamiento cambió. Cedí ante la derrota de una realidad que nadie ha vivido antes, porque ni los que estuvieron de guerra nos podrían contar hoy.
Descansaré porque sirvo mejor descansada y con la mente efervescente de ideas y no bloqueada por la angustia. El lunes amanecerá y veremos en donde estamos y que hacemos, seguiremos en la guerra, mi responsabilidad llega hasta donde mis medios me lo permitan pero mi solidaridad en cambio si seguirá estando con quienes me han dado amor con su compromiso y su trabajo durante estos 3 años y en cuanto tenga armas y un enemigo tangible contra el cual luchar en condiciones justas pues sacaré las uñas y afinaré mis habilidades para reconstruir y reinventar con los mismos y las mismas, los sueños que aparecerán después de esta ceguera.
Por ahora hacer caso que es mejor seguir instrucciones que inventar soluciones en este momento. Mucha suerte para todos, estamos y estaremos en el mismo barco entonces saldremos todos igual y a lo mismo, pero con la tranquilidad de que en Colombia SIEMPRE sobrevivimos y además lo hacemos con humor y amor.