Y si Julieta se enamoró de Romeo en medio de semejante enredo, no hay porque no creer que cualquier historia de amor podría hacerse realidad. Este cuento que estoy por contarles no necesita de Shakespeare, ni de su balcón, para que esté lleno de ilusión.
Mi María igual que yo, nació para enamorarse, nació con el corazón en la mano, y la mente soñadora y con la voluntad a flor de piel. Desde chiquitica, entre los vestidos perfectamente escogidos, muñecas y casitas que le tenia su mamá, María creció en un mundo lleno de ilusiones fantásticas, de sueños de príncipes y princesas, con castillos, bondades y desenlaces, que prometían esa vida color rosa que tanto nos soñamos todos, pero que no siempre se hace realidad tal y como en los cuentos o la poesía.
Desde que nos conocimos; que fue unos meses después de que llegó para darle colorcito a la vida, mi Cucarrona y yo compartimos un mismo corazón. Ha sido un recorrido de ranas, sapos y uno que otro principito y cada una desde su balcón a padecido la dicha y la desdicha del amor. Siempre ilusionadas con que sin importar que tan densa sea la realidad, siempre puede haber una oportunidad para un final feliz. María sabe que un perdón siempre es bienvenido, un te quiero siempre es bien recibido y que nunca hay que perderle a fe a nadie. Siempre confía, hasta en los momentos más difíciles, que las oportunidades no tienen caducidad.
Tal vez debe ser que la vida le ha mostrado una y otra vez que desde el balcón todo parece fácil pero cuando se vive en carne y hueso todo se padece un poquito y todo se recompone sin mayor misterio, pero con un tanto de esfuerzo.
Ella quiere su vida en rosa, quiere su hombre en corcel, quiere su castillo lleno, su familia cerca, su generosidad esparcida y sus historias con un poquito de drama, de picante y de emoción. Lo fascinante que me deja siempre María es que eso de que su memoria parece que fuera hecha para seleccionar, lo que es, lo que fue, y lo que puede ser. Ella siempre, siempre, estará en el pude ser. No hay reto que, por amor, no aguante la piel.
Y el amor no es solo para los sapos, el amor de María también es para los que la necesitan, está en lo importantísimo, pero mejor aún es la amiga que está en lo cotidiano, en el lunes, en el martes, en el desayuno y el almuerzo, ella siempre está en este presente, sea para darle un poco de cariño a niños con muñecas, una fiesta de amigas y peligro, para una tarde de cocteles y confesiones, o para una noche de películas y fascinación.
Compartimos una parte de la estética y el diseño que tanto permea mi vida, ese lado más ligero de la vida, que me tranquiliza y me entretiene cuando estoy con ella. Y aunque en ocasiones me diga que no somos amigas sino tía y sobrina. La verdad, verdad, es que somos compañeras de corazón y eso siempre será mucho mejor.
Esta, mi segunda al mando de la pandilla de seis, es la que le mete la fantasía, el color, la ilusión y esperanza a mi vida, es la que comparte mi lado fiestero y desordenado. Es gracias a ella que aun con 38 años me recuerda que debo seguir luchando por sentir lo mismo que a mis 19 a la hora de entregar el corazón. Aunque tal vez soy yo la que sabe que igual eso debe ser con cuidado, con calma, pero con prisa, ella no me deja olvidar que mi historia debe ser un álbum de balcones, estrellas y atardeceres, con un poquito de aguardiente y mucho reguetón. Siempre dejándome la esperanza de que no hay sapo que no tenga la posibilidad de conseguir su titulo monárquico así sea a punta de negociación.
Mi Cucarrona espero que siempre te goces tu balcón, tu corazón, tus arrapos y a tus guapos, verte haciendo realidad tan fantasía, me hacer darme cuenta que en Verona siempre se perdona y que no hay cuento malo sino historias sin gracia.
…to be continued